TW
0

«Hay que valorar el capital humano, formarlo e incentivarlo, porque ello da un valor añadido a las empresas de restauración. Esto, unido a la innovación, es un factor clave para evolucionar, mejorar el producto y tener una buena imagen», afirmó ayer el padre Luis de Lezama, fundador del grupo Lezama (Taberna del Alabardero, café Oriente, Carmencita, etc.), en la conferencia que impartió en la Cámara de Comercio de Mallorca.

«El reto de Washington fue muy duro al principio, pero si algo tiene bueno Estados Unidos es que la competencia profesional está por encima de todo y es lo único que vale. Tanto es así, que es fuera donde la restauración española debe demostrar su valía. El éxito de nuestro restaurante es claro, como lo demuestran los 45.000 clientes que tenemos al año y los 58 empleados con que contamos en Washington», afirma.

Si hay algo que caracteriza a este peculiar empresario, es que es sacerdote de la Diócesis de Madrid, tanto es así que ayer celebró un bautizo en la parroquía de Santa Ponça horas antes de impartir la conferencia.

Esto lo dice todo del carácter de un emprendedor que apostó por la restauración y la hostelería hace casi 50 años. Su entrega por este sector y afán por formarse en todos los campos, propició la creación de la Taberna del Alabardero en Madrid (1974) y la extrapolación de esta marca a otras ciudades y capitales, entre ellas Washington.

Muy crítico con la formación que se da en nuestro país en materia de restauración, considera que «la formación en el sector de hostelería está politizada, porque se usa como anzuelo. Lo que pasa con las escuelas de Hostelería es el vivo ejemplo de ello, por su utilización electoralista».

Apuesta por la restauración y la gastronomía como una oferta turística más, pero aclara que «la globalización está canibalizando el turismo, por lo que no hay que perder la identidad ni en materia turística, hostelera y de restauración. La gastronomía es cultura y hay que potenciar la restauración autóctona, porque es lo que pide el cliente».