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La barriada de Sant Jaume se encuentra en pleno corazón de Palma. Sus límites son el Paseo de Mallorca, la Rambla y Jaume III. Galerías de arte, tiendas de antigüedades, tres conventos de clausura, plazas con encanto, terrazas, iglesias y cultura marcan el barrio de Sant Jaume y le identifican.

Hasta hace algún tiempo se ha luchado porque el ayuntamiento ayude en la tarea de eliminar los problemas de ruido en algunas zonas del barrio, especialmente en la calle Armengol donde el botellón está causando problemas con los vecinos.

La Asociación de Vecinos de Sant Jaume (integrada en Fepae) nació hace doce años con María José Fernández como presidenta cuando surgió el proyecto de investigar el nombre de algunas calles de la zona y se estudió la posibilidad de restaurar una antigua fuente que llevó a descubrir un antiguo aljibe de 16 metros con un brocal árabe del siglo IX. Además, los vecinos dedicaron una escultura al Cardenal Despuig en la Plaça de Santa Magdalena.

Desde la asociación se ha luchado durante estos años por recuperar la historia de la zona y rehabilitar fachadas y antiguos palacetes. Así, los vecinos intentan impulsar la creación de un equipo de vigilancia de los barrios dedicado a conservar la estructura de la barriada y velar por mantener un orden en las nuevas construcciones.

Los okupas también se han dejado ver por la zona al instalarse en algunos palacetes. Con la ayuda de la policía local y algunos vecinos se ha conseguido expulsar a estas personas cuando trataron de organizar una fiesta ilegal.

La falta de árboles «de verdad» y no árboles bola «que no dan sombra» y el problema del pavimento en algunas calles como Bonaire son otro caballo de batalla de los vecinos de Sant Jaume. También en Sant Jaume hay problemas con la falta de centros de salud; un solo PAC resulta insuficiente. Además, la asociación no ha conseguido un Casal de Barri, por lo que utilizan algunas salas cedidas por la Fundació La Caixa.