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La fachada de la actual sede de la Conselleria d'Educació, en la calle Capità Salom, está llena de grafittis, pintadas de todo tipo que no contribuyen a dar una buena imagen de este edificio que se encuentra en una plaza cuyo estado de conservación también deja bastante que desear. Borrar las pintadas cuesta dinero, claro está, pero se hace en muchos otros edificios públicos y éste no debería ser una excepción.