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JOAN J. SERRA
La tesis doctoral de Amparo Lázaro, del Departament de Recursos Naturals de l'Institut Mediterrani d'Estudis Avançats (Imedea), estudia las poblaciones de boix (Buxus balearica, boj en castellano) y su capacidad de generación bajo las condiciones climáticas y ecológicas actuales en las áreas donde aún persiste la especie.

Eboix baleàric sólo crece en determinados lugares de la cuenca mediterránea, de manera que conforma poblaciones en Mallorca, sur de la Península Ibérica, sur de Cerdeña, norte de Àfrica y sur de Anatolia (Turquía). En España, eboix baleàric se encuentra en Andalucía (en poblaciones fragmentadas de las provincias de Málaga, Granada y Almería) y en Balears. En Mallorca, la mayoría de poblaciones de esta especie se ubica en la Serra de tramuntana, pero también quedan dos poblaciones en la Serra de Llevant que no suman en total ni cuarenta ejemplares.

Eboix es una especie de principios del Terciario cuyas poblaciones se encuentran en situación de regresión. La investigación de la doctora Lázaro ha podido documentar que las condiciones climáticas actuales limitan el reclutamiento (generación de nuevos individuos) y que la mayoría de las poblaciones existentes se mantienen gracias a la longevidad y persistencia de los individuos adultos.

Eboix baleàric ha estado mucho más extendido en épocas no muy lejanas. Actualmente, la especie está calificada como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y en Andalucía está considerada en peligro de extinción.

Según la doctora Lázaro, «un intenso cambio climático hace 5.000 ó 6.000 años en la cuenca mediterránea debió causar la extinción deboix en Menorca. Posteriormente, la actividad humana generó una drástica reducción de la especie y su desaparición de muchos lugares, pues fue muy empleada en la fabricación de carbón y la construcción de muebles, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX».

La doctora Lázaro ha comprobado que la especie posee una baja regeneración natural, debida principalmente a la reducida producción de flores y frutos, por un lado, y a las grandes pérdidas de semillas, por otro.

La reducida producción de flores y frutos estaría relacionada con las condiciones climáticas, las pequeñas dimensiones de las poblaciones y la baja cantidad de recursos disponibles para la reproducción, esta última causada por la escasa viabilidad de las semillas, los bajos índices de germinación y la gran mortalidad de las plantas jóvenes durante su primer verano, vinculada a la sequía.