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Hasta una veintena de coches Mini de los años 70 se dieron cita ayer en Palma con motivo de la II Concentración Mallorca-Península con el propósito de compartir experiencias entre los afortunados poseedores de este clásico popular. Un encuentro que tuvo como escenario Can Pastilla y las cuevas de Can Denix, donde los participantes celebraron una comida típica mallorquina para a continuación dirigirse a partir de las 17.00 al Castell de Bellver y otros lugares de Palma.

Pedro Roig, tesorero del Balear Mini Club, junto al presidente de la federación castellonense, Pedro Cuesta, coordinaron el encuentro que hoy prevé reunir hasta 30 vehículos en una larga excursión en dirección a Sóller, Fornalutx, Gorg Blau, Lluc -donde pararán una hora en el monasterio-, Caimari, Selva, Inca, Sineu, Sant Joan, Vilafranca y Felanitx, donde se celebrará el almuerzo para continuar en dirección a Campos, sa Rápita, s'Estanyol, Cap Blanc (con una parada sobre los acantilados), s'Arenal y Can Pastilla. «Te produce una especial satisfacción llevar un coche como éste. Sientes de lleno la conducción y te hace sentir diferente porque la gente se queda mirando», aseguró a Ultima Hora Pedro Roig, quien nos comenta la historia en nuestro país de este pequeño gigante creado por Sir Alec Issigonis en 1959 y enfocado a la competición por John Cooper, pero que no llegó a comercializarse en España hasta diez años más tarde, donde tuvo siempre un aire algo elitista. Su diseño fue producto de la necesidad de ofrecer un coche compacto (apenas 3,05 metros de largo) y de bajo consumo, con un toque deportivo.

«En nuestro país se fabricó hasta 1974 en la fábrica de Pamplona hasta que un incendio acabó con su producción nacional cuya versión difería de la británica en algunos aspectos», asegura Roig. Asimismo, los coleccionistas que han conservado los ejemplares supervivientes lamentan la dificultad para encontrar algunos recambios, a nivel de plancha o de suspensión aunque no de mecánica, cuya simplicidad permite fáciles reparaciones sin el engorro actual de la electrónica. En la actual concentración coinciden Minis españoles y de origen británico, cuyas cilindradas oscilan entre los 850 y los 1.300 centímetros cúbicos con potencias que van de los 34 a los 68 C.V. Toda una nostálgica representación de un modelo que marcó un hito en la historia automovilística del cual se vendieron más de 5 millones de ejemplares hasta su fin de producción en 2000 con el modelo especial Final Edition, de los cuales se calcula que en Mallorca existen 200.

Gabriel Alomar