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Cincuenta mil personas respondieron a la convocatoria realizada por el Grup Balear d'Ornitologia (GOB) y la plataforma Salvem Mallorca y llenaron las calles de Palma en una movilización que reflejó la oposición a la política del Govern balear, principalmente en asuntos de medio ambiente y urbanismo, aunque también se reflejó oposición a otros aspectos como la política lingüística.

La de ayer es una muestra evidente del poder de convocatoria que siguen teniendo la izquierda de Balears y los grupos ecologistas, capaces de movilizar a muchas personas sensibilizadas en contra de la gestión llevada a cabo por el Ejecutivo de Matas. Haría mal el president en no tener en cuenta la opinión de amplios sectores sociales preocupados por un excesivo desarrollismo o una escasa protección del medio natural.

Lejos de menospreciar este tipo de movilizaciones y considerar que son un mero instrumento de la oposición para perjudicar al Govern o pensar que éstos no son sus votantes, debería asumirse que la sociedad mallorquina tiene una especial sensibilidad ante la destrucción del paisaje. En toda la Isla se han cometido atentados contra la naturalerza, pero si hay un ejemplo paradigmático éste es Andtratx. Y no es casualidad que la destrucción del paisaje vaya unida a la corrupción urbanística.

Sería injusto, sin embargo, responsabilizar de todo lo sucedido a este Govern. Hay que remontarse a la epoca franquista para ver el inicio de una política urbanizadora desaforada que continuó durante los primeros ayuntamientos de la democracia y primeros gobiernos autonómicos. Tampoco sería adecuado no saber diferenciar entre imprescindibles mejoras de las infraesturas y una gratuita destrucción del paisaje. Es indiscutible que Mallorca necesitaba mejorar su red viaria. Y muchos ciudadanos están de acuerdo con lo que se ha hecho. Eso nada o poco tiene que ver con la destrucción de amplísimas zonas de costa. Ante todo esto, es bueno que se diga «Prou». Y que cada partido tome nota de lo que debe hacerse y presente sus programas electorales. El 27 de mayo la ciudadanía tendrá la ocasión de manifestarse de nuevo, esta vez ante las urnas.