José Luis de Vilallonga nos recibe sentado en el sofá de su salón. Foto: PEDRO PRIETO

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José Luis de Vilallonga descansa en su casa de Andratx. Para la edad, 87 años, y los achaques que tiene, su aspecto es de lo más saludable y su mente, muy lúcida. Ni padece alzhéimer, como alguien ha dicho, ni está más pallá que pacá. A su lado, Syliane, la estupenda señora, y su mujer durante veinticinco años, siempre está pendiente de él.
José Luis nos recibe sentado en el sofá, cubriendo sus piernas con una manta de color granate. Está muy delgado, pero su porte es el de siempre.

-Dígame, ¿a qué dedica su tiempo actualmente?
-Sobre todo a la lectura. Leo mucho.

-Y dentro de lo que cabe, ¿cómo se encuentra?
-Bien. Con días mejores y peores, pero bien. Con 87 años, no me puedo quejar de nada.

-¿Retirado definitivamente en Mallorca?
-Sí. Aquí me quedo.

-¿Qué suele hacer a lo largo de un día?
-Me levanto entre las once y las doce de la mañana. Me baño, me afeito y leo mucho.

-¿Y a España, cómo la ve?
-La veo mal. Mal tendiendo a muy mal. Quienes gobiernan son gentes de poca categoría, gente muy de tercera. No sabemos a dónde vamos, pero ellos menos. El país está muy crispado. Uno empieza ya a echar de menos a gente como Aznar.

-¿O Felipe González?
-Felipe, claro...

-O Suárez.
-¡Hombre! Y tanto. Por cierto, ¿está muy mal, no?

-No está bien, no.
-Lástima. Es una gran persona.

-¿Cómo ve usted el asunto De Juana Chaos?
-¡Estoy tan harto ya de De Juana Chaos!

-Haga un esfuerzo y deme su opinión.
-Es una vergüenza de cabo a rabo. No tiene explicación, ni pies ni cabeza, ni lógica.

-¿Cree que esta prisión atenuada tiene que ver con el diálogo con ETA
-No lo sé. Me parece lógico que el Gobierno y ETA estén en contacto, aunque digan que no. Y tener contacto es siempre mejor que no tenerlo, pues la falta de contacto lleva a la nada.

Jaime Moreda