La fachada recién pintada del Teatre Principal... sobran las palabras.

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Graffitis y pintadas inundan calles y plazas de Palma sin que sus autores hagan distinción sobre el lugar en el que plasman sus firmas o 'tag'. Desde una escultura a la fachada de la iglesia pasando por las puertas de los comercios o los vagones de tren, cualquier sitio es bueno. Pese a ello, Emaya destaca que han descendido en el último año.
Uno de los últimos lugares escogidos para plasmar su firma ha sido el Teatre Principal. Aún en obras, la fachada lateral de la cuesta del Teatre, recién pintada con la carísima técnica del estuco, aparece llena de graffitis de todos los tamaños, formas y colores. Una acción que ha enfadado a los vecinos y a quienes circulan por esta calle.
Aunque los expertos distinguen entre pintada y graffiti, el primero transmite mensajes informativos, mientras que el segundo es un mensaje de formas, arte a través de su nombre o seudónimo, lo cierto es que en la calle la gente lo unifica bajo el genérico de pintada y siempre en tono despectivo.
Egraffiti o arte popular despray, tal y como lo conocemos en la actualidad, nació en EEUU a finales de los 60 con los jóvenes de los barrios marginales. Su fin no era la necesidad de comunicar nada sino el deseo de hacerse notar 'apropiándose' del lugar utilizado. En España vive su máximo esplendor en los 80. En la actualidad, iconos y firmas siguen cubriendo espacios urbanos y sus autores son, por lo general, jóvenes de clase media.
Emaya gastó en 2005 entre 70.000 y 80.000 euros en limpiar de pintadas el mobiliario y edificios públicos, cifra a la que habría que añadir la que deben afrontar los propietarios de negocios. Una brigada de limpieza compuesta por media docena de empleados se dedica a esta labor.


Lydia E. Corral
(texto y fotos)