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Hace un año recorrimos las academias generales de Tierra (Zaragoza) y Aire (San Javier, Murcia) y la Escuela Naval (Marín, Pontevedra) buscando caballeros cadetes y guardiamarinas de Balears. Éste hemos hecho lo mismo, y al igual que en el anterior, con la ayuda de la Oficina de Comunicación Pública de la Comandancia General de Balears, pero en vez de academias generales, hemos recorrido las academias especiales de Artillería (Segovia), Ingenieros (Hoyo de Manzanares) e Infantería (Toledo) y hemos vuelto a la Academia General de Zaragoza donde se cursa la especialidad de Administración. En la de Caballería (Valladolid) y en la de la Guardia Civil (Aranjuez) no hay ningún cadete de Balears.

Nuestra primera etapa fue Zaragoza, en la que el sargento Carrera, destinado en la Habilitación del Ramix 92 en la base General Asensio de Palma, se prepara para ser alférez de Administración, especialidad que ha desarrollado hasta ahora.

El viaje fue en coche y, a decir verdad, tuvimos suerte porque en nuestras cuatro visitas encontramos a un sargento que se preparaba para el ascenso a oficial a través de lo que se denomina promoción interna, un soldado que aspira a ser sargento por el mismo procedimiento, promoción interna -ambos tras haber superado un duro concurso-oposición-, y cadetes de la escala superior de oficiales que, tras su paso por la Academia General de Zaragoza se preparan para ser oficiales, tenientes. Dos de ellos lo serán en julio, si todo va bien, y al otro le queda lo que resta de este curso más el que viene.

El sargento Carrera nos mostró las aulas en las que estudia, la biblioteca, su camareta o dormitorio y nos presentó a algunos de sus compañeros.

Dejamos Zaragoza y siempre por carretera llegamos a Segovia tras una parada en Catalañazor (Soria), llamado así por los musulmanes por ser lugar donde se levantó un castillo habitado por buitres. Allí, en su inmenso encinar, se dice que Almanzor perdió el tambor o lo que es lo mismo: fue derrotado. Catalañazor, por muchos motivos, es un lugar que debe de visitarse.

En Segovia entramos anocheciendo, con finas gotas de lluvia resbalando sobre el parabrisas. Nos hospedamos cerca del acueducto y al día siguiente, muy temprano, nos encaminamos a la Academia de Artillería, a un tiro de piedra de nuestro hotel. Es lo que fue viejo convento dentro de ciudad. Antes estuvo en el Alcázar de Segovia, y como contamos en otro lugar de este periódico, por dos años se instaló en el colegio de Montesión de Palma.