TW
0

De confirmarse que el mensaje leído por tres encapuchados en nombre de ETA durante la celebración del Gudari Eguna es realmente de la banda, estaríamos ante una pésima noticia porque supondría un serio aviso e, incluso, según afirmaba ayer el Sindicato Unificado de Policía (SUP), el final de una tregua que habría durado apenas medio año.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, habló ayer de firmeza y de las reglas del juego que deben regir todo el proceso en ausencia de toda violencia. Y ese debe ser el camino y así deben entenderlo los terroristas. No hay más salida que el cumplimiento de la ley y el respeto a las normas de la democracia. Sólo en ese ámbito cabe la defensa de las ideas.

La exhibición de fusiles, los diparos al aire, la afirmación de perseverar en la lucha «con las armas en la mano» hasta conseguir la independencia de Euskal Herria son bravuconadas que no conducen a ninguna parte. Las amenazas, las coacciones y la violencia jamás pueden ser aceptadas por los demócratas como argumentos en favor de nada.

Es lógico, en este punto, que surjan algunas dudas sobre el proceso abierto, aunque es evidente que el Ejecutivo debía y debe seguir explorando todas las vías para la consecución de la paz. Pero, todo sea dicho, ni Batasuna ni ETA están poniendo mucho de su parte, más bien al contrario. Siguen empecinados en sus postulados de siempre: territorialidad y autodeterminación.

Ciertamente la situación es preocupante y requeriría un enorme esfuerzo de todas las fuerzas políticas democráticas para retomar la unidad en un asunto tan grave. Los últimos meses, desafortunadamente, han sido un ejemplo de todo lo contrario.