TW
0

La playa de Cala Mesquida, la más distante de Palma a 82 kilómetros, es tal vez el mejor ejemplo de coexistencia de un paraje de singular belleza y valor ecológico con la presencia de un complejo turístico de reciente creación y calidad ambiental. Tres núcleos de «estilo mediterráneo» que han sustituido a los anteriores y originales bloques de los años 60 a costa, eso sí, de ocupar un antiguo pinar. Donde se hallaba el viejo hotel se levanta ahora un espectacular mirador que nos ofrece una panorámica que puede considerarse entre las más impresionantes que ofrece el litoral mallorquín.

Cala Mesquida, una dorada concha de arena completamente equipada y atestada de turistas, se extiende a nuestros pies en toda su magnificencia ante las dunas que preceden al bosque que circunda los bravíos acantilados del Cap des Freu los cuales rodean la atalaya de Son Jaumell, que se levanta, en ruinas a una altura de 270 metros oteando el horizonte. Aquí naufragó en la noche de niebla del 25 de mayo de 1931 el paquebote francés El Golea, que cubría la línea regular entre Port Vendres y Argel. Se salvó el pasaje pero sus restos permanecieron durante décadas entre las rocas. Un hotel y un llaüt adoptaron desde entonces su nombre como recuerdo.

Gabriel Alomar