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MERCEDES AZAGRA
Los ciudadanos de Palma tienen unos «deberes» regulados, en muchas ocasiones, por las ordenanzas municipales. Esos deberes están relacionados con aspectos meramente cívicos, necesarios para poder vivir en una ciudad limpia y ordenada.

Todas estas actuaciones se consideran faltas leves y están sancionadas con una multa que oscila entre los 30 y los 300 euros.

Sin embargo, muchos son los ciudadanos que todavía incumplen estas pequeñas normas de comportamiento, que afectan directamente al desarrollo normal de una ciudad.

La nueva Ordenanza Municipal de Limpieza, Desechos y Residuos Sólidos Urbanos, aprobada hace casi dos años, sanciona la falta de civismo en actuaciones puntuales, tales como arrojar a la vía pública chicles, papeles o desperdicios; escupir u orinar en el suelo; tirar la basura fuera del horario permitido (a partir de las 19,00 horas) y sacudir alfombras, manteles o trapos desde la ventana de una vivienda.

Hay comportamientos tipificados como graves en la ordenanza municipal. Y no son situaciones extrañas, sino reiteradamente repetidas por parte de algunos ciudadanos. En este apartado se encuentran la limpieza de vehículos en la vía pública, tirar agua sucia en la calle (tras proceder a una limpieza), pintar grafittis, no recoger los excrementos de los animales de compañía en sus paseos por la ciudad o romper o deteriorar el mobiliario urbano. En estos casos, las multa puede oscilar entre los 301 y los 900 euros.