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MERCEDES AZAGRA
Fue uno de los mejores canódromos de España, ahora convertido en un espacio abierto a personas sin recursos que malviven en sus instalaciones a la espera de la que el Ajuntament de Palma pague a la familia Rosselló Escarrer, propietaria de los terrenos, los 14 millones de euros que la justicia ha acordado por la expropiación del canódromo.

«Antes vivíamos en la fábrica de zumos Zuic, pero nos echaron sin poder llevarnos nada. Cuando nos echen de aquí, nos iremos a otro sitio, daremos la patada en otra puerta. El Ajuntament nos ha prometido mucho, pero no nos ha dado nada. No podemos pagar una vivienda digna. Nos dicen que nos vayamos a un refugio, pero estamos mejor aquí. La Constitución dice que todos tenemos derecho a una vivienda digna, todos menos nosotros», afirman Paquita y Manuel.

Aún se conservan la tabla de apuesta y las casillas reservadas para los galgos, aunque la superficie por la que corrían está llena de matojos y su trazo es casi imperceptible. Cort lleva casi una década intentando expropiar estos terrenos que, en el futuro, formarán parte del Parc de sa Riera. Los desacuerdos y la lentitud en las resoluciones han permitido que esta zona, ubicada en la trasera del Camí de Jesús, se encuentre en el estado actual, tras su cierre definitivo a finales de los años 90.

Son las 12.00 de la mañana y apenas hay gente en el interior del canódromo. Allí viven, sin agua corriente y sin luz, alrededor de 20 personas. Algunas de ellas, como Paca y su marido Manuel, viven con lo que ganan de guardacoches, alrededor de 15 euros al día, además de los 300 euros que tiene Paca por invalidez. Su «casa» se ve enseguida. Está en el centro de lo que fue el circuito de carreras. Allí se levanta una estructura blanca, sin ventanas, insegura y con escasas condiciones de salubridad. No tiene baño ni luz.

Tres extranjeros y una decena de mallorquines viven en condiciones similares. Llevan más de seis años «ocupando» el canódromo. Excepto en el espacio ocupado por Paquita y su marido, el resto está lleno de porquería: basura, comida que se almacena desde hace días, plásticos, botellas, latas, cristales rotos y ropa sucia. Las habitaciones son un reflejo de lo que hay afuera: colchones sucios, paredes negras y ropa sucia.