Caricaturas de los cinco galardonados para losSiurells 2005 de este periódico.

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Decía Jean Cocteau que la belleza física es la mejor carta de recomendación que puede tener una persona a la hora de enfrentarse al mundo. Lo suscribo, en el sentido de que una fachada aparente y atractiva siempre invita a acercarse a algo o a alguien. Pero si al traspasar la puerta el interior nos decepciona, dejamos de valorar de inmediato el exterior. Incluso nos enfadamos, como si nos hubieran estafado. Igual es por aquello platónico de que la belleza física debe corresponderse con la verdad y con el bien. Una teoría, ay, que es verdad pocas veces, como corroboran las revistas y los programas de televisión que usan el «corazón» como etiqueta de camuflaje. El caso de Concha García Campoy sí se corresponde con esa verdad platónica aludida. En esta señora, la fachada sí que es reflejo de su belleza interior y la profesión sí que va por dentro, como ha demostrado a lo largo de su extraordinaria trayectoria profesional de periodista y comunicadora. Y no es que tan buena profesional no cuide su aspecto; sabe valorar sus encantos exteriores, los cuida y los mejora si a ella le apetece; porque una cosa no quita la otra; y como es más lista que el hambre, sabe que la presencia y la figura son medios que pueden ayudar a ciertos fines; profesionales y personales. Concha García Campoy es un lujo para estas islas; porque, además, tiene una alto sentido de la justicia social y se moja con las causas que tocan su corazón.