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El presidente José Luis Rodríguez Zapatero cumple dos años en el poder y lo festeja haciendo los clásicos análisis de «Alicia en el país de las maravillas» que tanto gustan a quienes ocupan el sillón de La Moncloa. Tiene, en efecto, Zapatero algunas razones poderosas para considerar que su trayectoria hasta hoy concentra unos cuantos episodios meritorios que le hacen acreedor de una buena nota. Antes que nada, el incipiente proceso de paz que parece dar sus primeros pasos en la buena dirección; pero también algunas leyes que garantizan derechos y libertades antes coartadas, como la que permite a los homosexuales contraer matrimonio; la regularización de cientos de miles de inmigrantes que habitaban un limbo problemático; la ley de dependencia, que mejorará tímidamente la situación de muchas familias... En fin, que el balance del «haber» está bien lleno y de algunas medidas valientes y valiosas.

Pero en España, como en todas partes, queda muchísimo por hacer. Nuestro país está lejos de ser el paraíso que algunos quieren pintar. Especialmente en el ámbito de la economía los indicios son preocupantes: la productividad, la competitividad y la investigación siguen por los suelos, como siempre; el acceso a la vivienda empieza a ser imposible para muchos; la calidad del empleo deja muchísimo que desear; la idea de compaginar familia y trabajo es una quimera para muchas mujeres; la inflación sigue su escalada galopante...

Zapatero tiene, sin duda, motivos para vanagloriarse, pero la humildad es siempre un plus para un político y nuestro presidente debería saberlo. No está todo hecho, así que después de proclamar su excelente expediente, tendrá que ponerse a trabajar duro para que en la reválida, dentro de dos años, pueda presentar un balance todavía mejor.