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J.J.S.
Con la Seu prácticamente llena de fieles, el obispo de Mallorca, Jesús Murgui, presidió ayer la Missa Crismal, ceremonia en la que se consagra, cada Dimecres Sant, el crisma que se utiliza en el bautismo, la confirmación y las órdenes sacerdotales.

Más de 200 presbíteros concelebraron la eucaristía, que se inicia precisamente con su desfile por el pasillo central de la catedral hasta llegar al altar. Cierran esa comitiva los canonges de la Seu y el propio obispo.

Murgui se dirigió a los presentes recordándoles lo especial que es este año para la Seu, ya que el templo celebra el 700 aniversario del inicio de su construcción. El obispo proclamó 2006 como Any de la Seu y destacó «el significativo papel de la catedral para generaciones de cristianos mallorquines, para quienes ha sido su gran hogar y símbolo de la grandeza de la fe y la solidez de la esperanza».

Tras la entrada de los más de 200 presbítros con el Cant d'Entrada, el Cant del «Glòria», las lecturas, el salmo responsorial y el evangelio, el obispo ofició, empezando por él mismo, la renovación de las promesas, celebrando el día en que Cristo confirió su sacerdocio a los apóstoles. Presbíteros, diáconos, religiosos y laicos renovaron, cada grupo respondiendo a coro al obispo, sus promesas ante los cristianos.