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La expedición al Everest abonó ayer una fianza de 4.000 dólares a las autoridades del parque nacional de Sagarmatha. Se trata de una condición previa para poder escalar la montaña y que si no se cumple puede suponer la retirada inmediata del permiso de ascensión. De esta manera, el Gobierno nepalí se asegura que todos los residuos orgánicos e inorgánicos, incluidas pilas, baterías y botellas de oxígeno, que genere el grupo bajarán con ellos a Katmandú. Al acabar, podrán recuperar el dinero. Oli y los dos Tolos, juntamente con el «sirdar» o jefe de los sherpas, Passang Tsiring, acudieron a la Sagarmatha Pollution Control Committee de Namche Bazar, donde en presencia del oficial del parque cumplimentaron una declaración con todo el equipo que utilizarán durante su escalada al techo del mundo. Además, el documento que firmó Oli, como titular del permiso de ascensión, los compromete a retirar todos los desechos que generen durante el mes y medio de estancia en el campo base.

Así que sólo fueron Oli y Tolo Quetglas los que subieron hasta la pista de aterrizaje de Syanboche, donde vuelven hoy para hacer el recuento del material, y hasta el lugar llamado «Everest View». Las nubes casi dejaron ver el Thamserku (6.608 metros), omnipresente guardián de cualquier rincón de Namche y una pequeña parte de la cumbre del Ama Dablan (6.856 m). «Todavía estamos lejos de la base de la montaña, sin embargo el estado de ánimo del grupo es inmejorable. Los mallorquines nos merecemos conquistar el Everest», declaró ayer Tolo Quetglas. Si es cierto que los tres declaran sentirse «un poco angustiados por la presión que los acompaña en este intento de hacer cumbre, «venimos dispuestos a superar este reto por toda la gente que, incluso desde la primera expedición, nos anima y nos da continuo apoyo», añadió el montañero mallorquín. Oli y los dos Tolos reiteran que el sentimiento de añoranza de los suyos es el tropiezo más fuerte con el que se enfrentan estos días. Así lo reconocen los tres expedicionarios, mientras hacen bromas sobre el «fenómeno mediático» en que se ha convertido su gran aventura. Todavía no habían salido de Mallorca, y la página oficial de la expedición, «infomallorca.net», ya había recibido unas 800 visitas. Todo un récord.

La burocracia de la gran ciudad ya ha penetrado en las recónditas tierras del valle del Khumbu, hecho que de alguna manera añade romanticismo a la iniciativa de los expedicionarios isleños. cabe decir, sin embargo, que gracias a esta fianza, las autoridades nepalíes han conseguido paliar el efecto de la numerosa presencia humana en los alrededores del Everest y que tantos problemas de sostenibilidad ambiental creaban. El día de descanso obligado de la expedición «Mallorca a dalt de tot» sirvió para dar un paseo por los alrededores de Namche Bazar. Tolo Calafat tuvo que quedarse en el refugio a causa de una incómoda y repentina gastroenteritis, un mal muy común en este tipo de viajes.

Joan Carles Palos