Cuando ya conocen las técnicas, cada alumno escoge la pieza que quiere realizar asesorado por el profesor Joan Pere. Foto: TERESA AYUGA

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Es un taller de cerámica como los de antes, con su particular encanto y tradición. En es Retall, uno se siente transportado, como en una máquina del tiempo, hasta los siglos pasados cuando el oficio de ceramista tenía una gran importancia dentro de la sociedad. Éste es uno de los principales motivos por el que algunas personas asisten a los distintos cursos que se imparten allí.

En diferentes turnos, de dos horas semanales, los quince alumnos que ahora tiene este taller aprenden a realizar sus propias piezas de cerámica. Algunos de ellos ya llevan años asistiendo a estas clases y ya se pueden considerar como verdaderos expertos. Magdalena Roig y su hijo Joan Pere Català son los profesores de estos talleres y se reparten las clases dependiendo de los horarios. En las primeras horas, inician a los alumnos en el mundo de la cerámica enseñándoles a hacer «churros» de barro que superponen y dan forma para crear distintas piezas.

Posteriormente, se les asesora en las distintas técnicas en las que se puede trabajar el barro para que ellos mismos las apliquen a la hora de realizar sus piezas, como ceniceros, jarras, relojes o cajas. Para finalizar, rascan con una media luna las imperfecciones y después las pulen con una esponja. Por último, se hornea el objeto en cuestión. Tras la primera hornada se barniza y se vuelve a cocer. La pintura se puede aplicar en la primera o en la segunda hornada, dependiendo del aspecto que quieran conseguir.

Samantha Coquillat