TW
0

Si la semana pasada el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se reunía con el líder de la oposición, Mariano Rajoy, para abordar la nueva situación creada tras la declaración de alto el fuego por parte de ETA, ayer hacía lo propio con el lehendakari de los vascos, Juan José Ibarretxe. Desde Moncloa se ha iniciado el largo proceso de plantear coordenadas, posibilidades, los siguientes pasos a seguir. Para ello, lógicamente, reclamó primero el respaldo del presidente del Partido Popular, puesto que a él le amparan millones de votos. Ahora, en cambio, es el momento de contar con la opinión y el apoyo del primer ciudadano vasco, por cuanto el problema afecta muy directamente al pueblo de Euskal Herria y de su resolución o no dependerá también el futuro de la sociedad vasca.

Naturalmente, el lehendakari pondrá todo de su parte para que el contacto con los terroristas culmine en un verdadero proceso de paz que devuelva al País Vasco el espíritu de optimismo y esperanza que ya vivió durante la tregua de 1998 que, desgraciadamente, se frustró después. No olvidemos que si España se juega mucho en esta ocasión, Euskadi pone sobre el tapete su propia estabilidad económica, la convivencia pacífica, la normalización política y, en definitiva, un futuro sin el fantasma del terrorismo en el horizonte.

Por todo ello, tal como autorizó el Congreso de los Diputados en mayo pasado, el Gobierno podrá iniciar contactos con el entorno etarra una vez quede constatada la veracidad del alto el fuego. Y para eso es imprescindible el apoyo de todas las fuerzas políticas y la unidad férrea de todos los demócratas. Con estos encuentros Zapatero se asegura la creación de un auténtico bloque democrático que irá al encuentro de los asesinos con la fuerza de la razón.