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La Plaça de Cort volvió a reunir a un gran número de ciudadanos que decidieron comerse las tradicionales uvas al son de las campanadas de En Figuera. Sobre las 23.30 de la noche, la plaza ya presentaba un ambiente propio de Nochevieja. Bengalas, antifaces, gorros de fiesta, collares de espumillón y mucha alegría protagonizaron la despedida de 2005 y la bienvenida al 2006. La fiesta de fin de año organizada por el Ajuntament de Palma comenzó minutos sobre las 23.00 horas gracias a la colaboración de la orquesta Malpaso que animó a los asistentes con sus temas. Música, bailes, risas, alegría e incluso vítores, fueron los protagonistas; pero llegado el momento, la gente enmudeció para poder escuchar atentamente las campanadas, y evitar así algún fallo.

La Plaça de Cort volvió a convertirse en un espacio popular y amigable donde centenares de personas acudieron con sus copas y sus vasos y recibieron el año junto a los suyos. Vestidos con elegantes atuendos, no faltaron las bufandas y abrigos para hacer frente al frío de la noche. Y es que comerse las uvas de pie y con una gran cantidad de gente a tu alrededor es más complicado de lo normal; por ello, fueron muchos los que se dejaron alguna que otra en la bolsita y otros a los que le sobraron campanadas. Pese a todo, la prueba quedó superada. Para todos los que no la superaron tienen otra nueva oportunidad dentro de menos de un año.

Para que no hubiese las equivocaciones propias de ese momento, la orquesta acompañó a las campanadas enumerando el número que era justo después de cada una. Después, hubo abrazos, besos y gritos de «Feliz Año 2006». El público fue mayoritariamente de turistas e inmigrantes. Allí, con champán y algún que otro fogueró, compartieron con los palmesanos uno de los momentos más mágicos del año. Por unos minutos, se dejaron a un lado los posibles problemas culturales y raciales, y todo el mundo se unió para celebrar una misma alegría: la entrada de un nuevo año y la ilusión que eso conlleva. Muchos fueron preparados para la ocasión, botella de champán en mano y una bolsita con doce uvas, algunas peladas y despipadas para evitar así los atragantamientos. Otros querían compartir ese momento con el ser al que más querían, así una señora fue acompañada de su fiel perro, a quien besó tras las campanadas. Los más originales fueron vestidos de Papá Noel para darle un toque todavía más navideño a la ocasión.

R. D.