Rita Brusell, en 1958, tomando un refresco en la terraza del Rocamar, junto a unos amigos.

TW
0

Mucho ha cambiado Mallorca desde el año 1958 y muchas son las anécdotas de nuestra protagonista, Rita Brusell, quien desde entonces intenta no faltar a la cita con el verano mallorquín. La primera vez que Rita llegó a Palma tardó seis horas desde Inglaterra, y voló en un Dakota, el cual tuvo que parar en Francia para reportar combustible. Eran tiempos muy distintos donde las playas estaban desiertas y cruzar la Isla de punta a punta, en coche por el interior, se convertía en todo un día de excursión. Una de sus grandes aficiones, además de viajar, era la fotografía y gracias a ello hoy podemos mostrar algunas de las imágenes que dejan constancia de tan paradisíaca estancia de aquella joven de Bolton (Manchester).

Con los años, formó una familia. Casada y con hijas a ellos les ha inculcado el interés por conocer la Isla. Rita asegura, que «tras haber viajado por muchos sitios del mundo, Mallorca es el mejor lugar». En sus primeros años, Rita se alojaba en el hostal Rocamar de El Terreno. Y posteriormente eligió el hotel Sol Cala Blanca en la zona de Palmanova. Precisamente la playa de Palmanova y la de Illetes era la más frecuentada por Rita y su amiga, quienes recuerdan que eran desiertas, donde apenas había días en los que te encontrabas con más de una decena de bañistas.
En la actualidad, y en compañía de su familia, se decanta por visitar lugares del interior, más que de costa o playas.

Uno de sus lugares favoritos es el pueblo de Valldemossa. Destaca la tranquilidad y la climatología, motivos principales por los que cree que la gente viene a la Isla. La gastronomía confiesa que es su gran debilidad. Le encanta la cocina mallorquina. De familia modesta, nunca pensó en comprarse una casa en la Isla pero asegura que no le importaría vivir en Mallorca, aunque mientras pueda nunca faltará a la cita, durante unas semanas, con el recuerdo y el cariño hacia la mayor del archipiélago balear.

Julián Aguirre