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Las religiosas de la congregación Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Palma celebraron ayer el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2005, otorgado a esa orden en todo el ámbito nacional, con modestia pero con gran ilusión.

«Estamos orgullosas con el premio y contentas por los más necesitados», dijo la madre superiora, Felicidad Casado.

Para empezar, es un galardón que no esperaban: «Cada una de nosotras estaba, como siempre, ayudando a los ancianos, pobres y drogadictos cuando diversos familiares nos llamaron por teléfono para comunicarnos que nos habían premiado y, la verdad, fue una sorpresa».

También les extraña haberse convertido en noticia de la noche a la mañana: «Sí, no lo esperábamos; nos gusta estar al lado de los más débiles, de la gente que nos necesita, y esto de alguna manera nos sobrepasa, aunque la lectura positiva es que puede beneficiar a ese importante colectivo de marginados».