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Ayer de nuevo estuvimos en Porreres. Son ya 17 días los que ando por allí, y espere usted, que la cosa no ha terminado todavía. Y es que Porreres, mientras no pillemos a Rosario Nadal y a Mette Marit, a ser posible bañándose en cualquier playa del litoral -y mejor si es con sus esposos e hijos- seguirá siendo la capital del verano mallorquín, y si no, que le pregunten al dueño del bar que hay a la salida, en dirección a Felanitx, si ha notado que los príncipes de Preslav son vecinos del pueblo. Pregúntenle.

Así que ayer, cuando más tranquilos estábamos en Porreres, esperando movimientos en casa de Rosario, vemos que salen Kyril y Haakon con la hija mayor de aquel y el hijo de Mette Marit, como en la víspera, aunque esta vez sólo con la plancha de surf sobre la baca del coche. Van a la playa, es evidente, esta vez a s'Estanyol, donde se reúnen con el duque de Palma y dos de sus hijos. Está claro que van a pasar la mañana juntos, bañándose.

Y, efectivamente, así fue. Tras ubicarse entre la gente, bajo unas sombrillas que se trajeron, Kyril, Iñaki y los niños se metieron en el agua y Haakon no se movió en toda la mañana de su sito. Debajo de la sombrilla.

Mientras, ¿qué sucedía en casa de Rosario? Pues que acababa de llegar la duquesa de Palma, con la pequeña Irene. No había duda de que iban a hacer tiempo para que sus esposos se reunieran con ellas, tras el baño, a almorzar. Como así fue.

Mañana, más desde Porreres. Y que sea algo distinto, si es posible.

Pedro Prieto