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En España, la ideología islamista radical no viene exclusivamente de fuera. El proceso de radicalización ideológica islamista tiene lugar en nuestro propio territorio y afecta a personas que han nacido aquí o llevan años residiendo o trabajando en España, llegando a niveles de fanatismo mayores que en los mismos países musulmanes.

Esta información fue aportada ayer por Olga Sánchez, fiscal de la Audiencia Nacional, durante la mesa redonda «El Estado democrático ante el terrorismo islamista», organizada por el Tribunal Superior de Justícia de Balears (TSJB) y celebrada en la Fundació «la Caixa». Acompañaron a Olga Sánchez el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, y el magistrado-juez del Juzgado Central de Instrucción número 6, Juan del Olmo. Presentó la mesa redonda Josep Francesc Conrado de Villalonga, director de la Fundació «la Caixa» y la moderó el teniente fiscal del TSJB, Ladislao Roig.

Olga Sánchez fue la primera en intervenir y lo hizo reconociendo que, antes de los atentados del 11-M en Madrid, las investigaciones en España sobre el terrorismo islamista eran muy limitadas. Sánchez vinculó la lucha contra el terrorismo a la lucha contra la pobreza, las desiguladades y la injusticia, «que son caldo de cultivo de terroristas». No obstante, Sánchez quiso dejar claro que la lucha contra la pobreza «debe ser un imperativo ético» y no una forma de conseguir éxitos contra el terrorismo.

La fiscal aseveró que «la paz mundial está amenazada por el terrorismo yihadista -yihad: guerra santa- de manera global, en países musulmanes y en países que no lo son. Pero esta amenaza no responde a una organización mundial jerarquizada, sino a la acción de grupos locales integrados y relacionados en una red global. En principio, el yihadismo planteó la acción terrorista en los países musulmanes poco ortodoxos, como Egipto o Siria, para forzarlos a una aproximación a la pureza islámica, pero en este sentido no prosperó. Así, se impuso la tesis de Al Qaeda, atacar al enemigo lejano, a Occidente, responsable, para ellos, de un orden internacional injusto. Prevalece el rechazo a lo occidental en un proyecto, como el de Osama Bin Laden, más mesiánico que político».