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Casi uno de cada cuatro residentes europeos en las Islas (72'7%) muestra «actitudes de rechazo o, al menos, prevención» contra la lengua catalana, según se afirma en el estudio «Una aproximación a la inmigración de extranjeros en las Islas», obra coordinada por el catedrático Pere Salvà y ganadora del premio Sa Nostra.

Su disposición a aprender nuestra lengua es muy inferior a la de los inmigrantes del sur. Un 79'6% de éstos últimos manifiesta su interés por asistir a cursos, 26 puntos porcentuales por encima de los recién llegados de países de nuestro entorno.

Los expertos señalan que «si cuantificamos los extranjeros inmigrantes del norte que hablan siempre en catalán o con frecuencia, conjunto que representa el 11% del colectivo total, veremos que la cifra absoluta de los catalanohablantes se aproxima a las 7.500 personas, dado que calculamos que residen o trabajan en las Islas 67.910 personas extranjeras del norte».

De éstos, casi la mitad (45'9%) no lo entiende, mientras que tan sólo un 5'2% lo entiende, lo sabe hablar y lo utiliza.

Según los autores del estudio, los inmigrantes de los países del sur «tienen una actitud lo suficientemente positiva ante el rasgo cultural más característico de las Islas, nuestra lengua».

La semana pasada, en una entrevista, Pere Salvà, recordó que, desde un punto de vista estrictamente laboral, los inmigrantes del sur son «complementarios», ya que realizan las tareas que los isleños no quieren llevar a cabo. Contrariamente, los inmigrantes del norte representan la «competencia», ya que aspiran a los mismos objetivos que los ciudadanos no extranjeros en el mercado de trabajo.

Por otra parte sólo un 28'3% de los inmigrantes del sur se relaciona con los isleños durante su tiempo de ocio. La mayoría de contactos de este colectivo con los autóctonos se produce en el trabajo (70%), mientras que el 46'7% afirma que convive en el mismo barrio. Sólo un 12% manifiesta tener amigos nacidos en las Islas.