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De pequeño, Menéndez Rojas jugaba con líneas interminables que configuraban un dibujo, una forma. «Es una idea clásica» que, ahora, ha recuperado para la quinta entrega de la promoción Estiu d'Art, que cuenta con el patrocinio del Consell de Mallorca. Su abanico podrá adquirirse mañana y el domingo con el ejemplar de Ultima Hora. «Es una maraña desestructurada con su propia estructura», explicó el artista. Una línea que empieza en una esquina del abanico y finaliza en la otra. El resultado: «Una mujer con los brazos abiertos y cuatro puntos de luz que enmarcan la figura». ¿Por qué esta idea? «Porque ofrece una imagen ligera y elegante y obliga al espectador a mirar de forma pausada, a seguir el hilo y buscar a la mujer, a que tenga que graduar la mirada y acercarse».

Esta intención es una constante en sus obras. «Siempre he querido que el público vea el conjunto pero contacte con mi yo a través de una mirada más tranquila, que se detenga ante el cuadro para descubrir aquello que se esconde tras una primera impresión». De ahí que ahora haya decidido recuperar una técnica que había utilizado en numerosas ocasiones en el estudio pero que casi nunca había mostrado: la línea. «Me permite hacer una síntesis entre la abstracción y la figuración que surge de una forma espontánea». Una cosa le sugiere otra, un pensamiento le lleva a otro y, de esta manera, va encontrando nuevos caminos. «La evolución es el único camino correcto. Si repito esquemas, dejo de vivir. La existencia es un aprendizaje continuo».

No es la primera vez que el artista realiza un abanico. «El formato implica un reto pero las limitaciones están para superarlas». Es una manera de ver la vida que corresponde con su propia filosofía. «Para mí, la pintura es una comunicación conmigo y con el espectador». Una comunicación que hoy juega con los colores, «busco introducir explosiones de colores en un espacio neutro», y una técnica que sirve de terapia. «La pintura en sí es una terapia».