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JAVIER J. DÍAZ/S.C.
Miles de estudiantes se enfrentaron ayer al examen más importante de sus vidas: la temida Selectividad. El miedo escénico y los nervios fueron los invitados de excepción de una «fiesta lectiva» en la que todos los asistentes quieren pasarlo bien de la única manera posible: aprobando. El pavor a llegar tarde por las retenciones hizo que los vestíbulos de los edificios de la UIB y sus alrededores se llenaran muy temprano de jovencitos. Una hora antes de comenzar aparecieron los primeros grupos de estudiantes, apuntes en mano, dispuestos a pasar, sea como fuere, el primer escollo.

Una de ellas, María, alumna de Bachillerato Social en el IES Ramon Llull, estaba tranquilamente sentada esperando que llegara la hora. «No estoy nada nerviosa, lo difícil ha sido el curso», apuntó. Sin embargo, su compañera Teresa, del IES Son Pacs, no opinaba así. «Estoy muy nerviosa, siento la sensación de estar en blanco. Además, podía haber estudiado un poco más». Margarita, del IES Politècnic, no necesita nota, por lo que iba más relajada, «sin notar ese miedo escénico del que hablan».

Algo parecido le sucedía a José, de San Cayetano, pero por otro motivos. «Estoy poco nervioso pero porque es el primero», manifestó minutos antes de comenzar el examen de Lengua y Literatura Castellana. Sobre este punto se mostró muy crítico y dijo que «la parte de física de la Selectividad la llevo perfecta, pero la de letras no tanto, nos la tenemos que tragar por obligación». Aida, del Antonio Maura, era más pesimista que sus compañeros. «No estoy nerviosa porque sé que voy a suspender», manifestó antes de explicar que «la decepción de septiembre -le quedó sólo el inglés- no supera esto».