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Ana Mateu Ferrer, abadesa de la comunidad de las Hermanas Capuchinas de Palma, cuyo convento está situado en la calle Jaquotot, ha hecho pública una denuncia en la que lamenta que a causa del ruido que se produce a las puertas de la iglesia, «sobre todo los fines de semana», la comunidad no puede ni dormir ni rezar «con sosiego».

La abadesa lamenta la desidia de la policía a pesar de las numerosas denuncias que ha interpuesto: «A las 6.30 tenemos que levantarnos para rezar, pero los que no nos han dejado dormir seguro que están hasta... durmiendo tranquilos», escribe.

Ana Mateu añade: «Queremos ser buenas pero no tontas, eso ya pasó de moda», y estima oportuno dirigirse a la opinión pública para reclamar silencio, sosiego para «poder rezar por los mallorquines, pero, sobre todo, para dormir».

La abadesa reconoce estar cansada y no poder aguantar más esta situación, ocasionada por los ruidos nocturnos que se producen a diario en la céntrica calle Jaquotot, donde está situado el convento.

Al parecer, esta situación se agrava los fines de semana. Tal como relata la abadesa de la comunidad capuchina de Palma, «estas personas se ponen en la puerta de nuestra iglesia y así no podemos desarrollar nuestra misión primordial, que es rezar».

Asimismo, lamenta que los responsables municipales lleven a cabo una vigilancia exhaustiva en algunos barrios de Palma, en lo que se refiere a problemas de gamberrismo y la contaminación acústica que se deriva del mismo, y en otros no. «¿Por qué no nos atienden?», pregunta, ya que las numerosas denuncias que ha interpuesto han resultado infructuosas.