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Joan Carles Palos (Everest)
Los expedicionarios mallorquines regresan hoy a casa. Tras poco más de dos meses lejos de la familia y de los amigos, Jopela, Oli y los dos Tolos se preparan para un momento especial. Hoy, sobre las 15.30 horas, está previsto que llegue al aeropuerto de Son Sant Joan el equipo de escaladores que debió subir al Everest el pasado mayo, pero que por las persistentes condiciones meteorológicas adversas decidió abandonar su primer intento de llegar a la cima del techo del mundo.

Fue una decisión difícil, dura y dolorosa en un año especialmente complicado para todas aquellas expediciones que habían programado sus ascensiones desde la vertiente tibetana (norte) o nepalí (sur). Al final, como se sabe, sólo 39 miembros lo han conseguido a través de la ruta sur, la del glaciar del Khumbu. Hasta ayer, Jopela, Oli y los dos Tolos han sido el eje de las crónicas de esta página durante 66 días. A pesar de esto, los auténticos protagonistas deben ser Marc y Claudia Quetglas Riutort, Ainoa y Lorea Àlvarez Valdivielso, Miquel Calafat Verd, Marc Sandra y Cristina Olivieri Perea, además de Marc y Xavi Benejam Olivieri.

Ellos son los hijos y los sobrinos de los escaladores, los «pequeños» personajes que los han acompañado desde el recuerdo a lo largo de esta aventura y que han estado presentes en muchas conversaciones, algunas llenas de nostalgia, en las que también estaban Queta, Mari o Marga, las esposas. Un equipaje emocional que cada uno ha tenido que llevar arriba y abajo durante los 45 días en el campo base, los más duros de la expedición. Pero como ésta no es una crónica más, es la última, permítanme que por una vez les hable en primer persona y deje que sean mis sentimientos los que dicten las últimas líneas de este artículo.