Fue una decisión difícil, dura y dolorosa en un año
especialmente complicado para todas aquellas expediciones que
habían programado sus ascensiones desde la vertiente tibetana
(norte) o nepalí (sur). Al final, como se sabe, sólo 39 miembros lo
han conseguido a través de la ruta sur, la del glaciar del Khumbu.
Hasta ayer, Jopela, Oli y los dos Tolos han sido el eje de las
crónicas de esta página durante 66 días. A pesar de esto, los
auténticos protagonistas deben ser Marc y Claudia Quetglas Riutort,
Ainoa y Lorea Àlvarez Valdivielso, Miquel Calafat Verd, Marc Sandra
y Cristina Olivieri Perea, además de Marc y Xavi Benejam
Olivieri.
Ellos son los hijos y los sobrinos de los escaladores, los
«pequeños» personajes que los han acompañado desde el recuerdo a lo
largo de esta aventura y que han estado presentes en muchas
conversaciones, algunas llenas de nostalgia, en las que también
estaban Queta, Mari o Marga, las esposas. Un equipaje emocional que
cada uno ha tenido que llevar arriba y abajo durante los 45 días en
el campo base, los más duros de la expedición. Pero como ésta no es
una crónica más, es la última, permítanme que por una vez les hable
en primer persona y deje que sean mis sentimientos los que dicten
las últimas líneas de este artículo.
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