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Eduard Punset, director del presentador del programa de divulgación científica «Redes» en TVE, ofreció ayer en el Centre de Cultura de Sa Nostra la conferencia «De la societat de la ignorància a la societat del coneixement». En un encuentro previo con medios de comunicación, Punset citó tres puntos de referencia en su reflexión sobre la evolución del conocimiento: «El cerebro y su esfuerzo evolutivo no buscan la verdad, sino sobrevivir; no está claro que la evolución tenga una intención o finalidad, pues muchas cosas ocurren por azar o son aleatorias; y no sabemos ni la mitad de lo que creemos saber y, según algunos investigadores, el 90 por ciento de la realidad es invisible». Con estas referencias, Punset afirma que «todavía estamos gestionando la sociedad de la ignorancia, que se apoya en dos grandes muletas: el conocimiento genético, que nos hace temer a las serpientes y a los leones, pero que en la actualidad es irrelevante en nuestro entorno; y el conocimiento aprendido, que es lo que aprendemos en la escuela y cuya mayor parte es un conocimiento infundado. Por su parte, el conocimiento científico es todavía un niño. Por ello, vivimos rodeados de equívocos, incertidumbres y titubeos, y por ello también quien dice que lo sabe todo me provoca desconfianza».

Para Punset, con una amplísima trayectoria profesional como economista y divulgador científico (también en las instituciones públicas, fue conseller de la Generalitat de Ctalunya y ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas), «en las investigaciones sobre la Prehistoria, lo primero que detectamos son los cambios fisiológicos y biológicos, que dan lugar a una evolución y a los cambios técnicos, pero lo más lento es el cambio mental. De ahí que nos encontremos todavía en la sociedad de la ignorancia pese a los rápidos cambios tecnológicos. Socialmente, continuamos en el siglo XIX y en muchos aspectos mantenemos una mentalidad medieval. En España, en concreto, es pronto todavía para hablar de los posibles peligros de la revolución científica, pues ni siquera hemos llegado a ella. A duras penas hemos hecho la revolución burguesa».

Finalmente, y pese a este panorama, Punset considera que «la revolución tecnológica tiene unas posibilidades inagotables, pero ello no debe implicar una confianza exagerada en la ciencia, en el sentido de que podrá dar solución inmediata a cualquier problema que surja. Sin embargo, ante la finitud de la Tierra, la supervivencia de la especie humana tal vez se encuentre en otro planeta, en otro hábitat».