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Tenía un encanto especial, era muy simpático y una persona muy segura de sí misma». De esta manera tan afectiva describe José María Juan de Sentmenat, hijo de los condes de Ribas, al príncipe Rainiero dos días después de su muerte. Con sólo 13 años, José María tuvo la oportunidad de conocer a los monarcas en la cena que su padre, Vicente Juan de Sentmenat, por aquel entonces cónsul del Principado de Mónaco, les ofreció en la casa que tenía en Las Ramblas con motivo de la visita que realizaron a Mallorca durante su luna de miel.

Los ciudadanos recibieron esta visita con júbilo, Las Ramblas estaban llena de gente para ver de cerca a los monarcas. «El recibidor de casa, que era bastante grande, estaba lleno de pares de zapatos, regalo de las empresas de la Isla», señala el hijo de los conde de Ribas. Además, la princesa le pidió a la condesa de Ribas que le eligiera cinco pares y que el resto los diera a la beneficiencia. Lo mismo pasó con los numerosos ramos de flores que recibieron. Uno de estos ramos fue entregado por los príncipes a las monjas del colegio Sagrado Corazón.

A esta cena asistieron 12 comensales, entre ellos Plácido Àlvarez Buylla, gobernador civil de Balears, Mercedes de Castejón, esposa del capitán general Manuel Castejón, y Laina Bereterra, prima hermana de Carmen Polo, mujer de Franco. La velada se alargó bastante y los príncipes se mostraron en todo momento muy accesibles. «Como los pequeños de la casa no podíamos cenar con ellos, me las ingenié para robar un poco de tiempo a la princesa. Sabía qué guantes llevaba pero, cuando estaba a punto de marcharse, le acerqué otros y ella me dijo que esos no eran los suyos. Yo era consciente de que no eran suyos pero así estuve con ella un rato», explica José María. Recuerda a la princesa como una mujer «preciosa, muy fina y muy correcta».

Samantha Coquillat