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Todo el mundo sigue pendiente de la evolución de la salud del papa Juan Pablo II, una salud que se ha ido deteriorando a lo largo de las últimas semanas hasta desembocar en una gravísima situación que le ha colocado al borde de la muerte. Hasta tal punto que se le administró la extremaunción en la noche del jueves. Su estado se agravaba aún más en la tarde de ayer. El vicario de Roma, Camillo Ruini, afirmaba que el Papa «ya ve y toca al Señor». Todo ello hace presagiar un desenlace fatal en las próximas horas.

Juan Pablo II ha querido mantenerse en primera línea a pesar de las enormes dificultades que le suponía hacerlo en el precario estado de salud al que se ha visto abocado en los últimos años a consecuencia del parkinson que padece y de los achaques propios de su avanzada edad. Por propia voluntad ha querido permanecer en El Vaticano y no ser nuevamente hospitalizado y, según fuentes vaticanas, ha manifestado su voluntad de morir dignamente.

Karol Wojtila, el Papa polaco, el Papa viajero, el Papa de los jóvenes, muchos son los calificativos con los que puede adjetivarse a este hombre que no ha dejado indiferente a nadie, sea o no creyente. De hecho, no sólo los algo más de mil millones de católicos del mundo entero están a estas horas pendientes de la evolución del Santo Padre.

En esta hora incierta para Karol Wojtila, el hombre que influyó en el cambio que finalmente acabaría con el «telón de acero» y que fue capaz de defender la democracia en las mismas barbas de Fidel Castro, que se opuso con firmeza a la intervención armada en Irak, millones de católicos rezan por él en todos los rincones del globo, mientras gobiernos de todos los signos y colores, partidos de izquierdas y de derechas se mantienen a la espera expectantes. El papa Juan Pablo II ha marcado un antes y un después y buena muestra de ello es la conmoción que ha provocado en todos los sectores sociales del mundo entero el agravamiento de su estado.