TW
0

Comenzó barriendo y ayudando en la tienda de Bordados Bonet, de la que años más tarde fue propietario. Nacido en Pergas, Manuel Bonet llegó a Mallorca en 1862. Juan Pons, propietario de la tienda, vio en aquel joven las ganas y la ilusión que ponía sobre el negocio y aceptó, aconsejado por el propio Bonet, poner un taller de bordados, adonde acudían todas las jóvenes de la época que querían aprender a bordar. Hoy Bordados Bonet, que fue galardonada con un Siurell de Plata de Ultima Hora en el año 1999, cerrará sus puertas. Los trabajos y exposiciones en mantelerías, juegos de cama y demás artículos bordados a mano obtuvieron numerosos reconocimientos, premios y diplomas. Incluso en París consiguió una medalla de oro con una reproducción de sa Llotja, parte de una exposición de bordados que fueron donados hace unos años al Museo de Mallorca.

A partir de 1901, Pons y Bonet deciden separarse quedándose Manuel Bonet como propietario único, debido al interés en seguir con el negocio. En 1931, al fallecer Manuel, se hace cargo su hijo Alfredo, quien desde los quince años ya estaba trabajando en lo que se llamaba Casa Bonet, frente a San Nicolás. En 1949 fue Alfredo Bonet hijo quien comenzó a trabajar en el negocio, quien en la actualidad lo cerrará pues sus hijos prefieren no seguir con la tienda. Los principales clientes de los años 60 fueron los americanos que fueron aconsejados por mister Tempel y Nancy Tempel Filding, «quienes tenían una guía con gran repercusión, -comenta Alfredo Bonet-. La clientela mallorquina ha sido de toda la vida, la más tradicional, de madres a hijas, pero fue a menos en los últimos años».

Desde 1903, La Casa Real ha sido uno de los más fieles clientes. Uno de los últimos pedidos para miembros de la Familia Real española fue el año pasado para la boda de los príncipes de Asturias. Alfredo Bonet, quien quisiera que todos los trabajos, llenos de historia y premios, pudieran tener un hueco en un museo o distintas exposiciones, ha donado al Museo de Mallorca el friso que hay en el interior de la tienda, donde siete placas de unos doce metros realizadas en Barcelona muestran paso por paso el proceso textil desde el inicio de su confección hasta la salida al mercado. Entre las labores más destacadas está el rostro de Francisco Franco, la declaración del final de la Guerra Civil, la imagen de Jaime I y el archiduque de Austria Lluís Salvador, que son verdaderas obras de arte bordadas.

Julián Aguirre