TW
0

La victoria del hasta ahora líder de la oposición, Víctor Yúschenko, en las elecciones de Ucrania, hace que esta vieja nación enfile la senda que la aproximará a Europa. No será un camino fácil, como se pudo comprobar desde el primer momento. Recordemos que en las elecciones celebradas el pasado 21 de noviembre, Yúschenko fue declarado perdedor de las mismas merced a una maniobra fraudulenta perpetrada por quienes se decantan por una Ucrania próxima a Moscú. Anulados los resultados por el Tribunal Supremo, la segunda vuelta del 26 de diciembre dio el triunfo a un Yúschenko que acaba ahora de tomar posesión. Constituida como Estado en el siglo IX, Ucrania siempre ha sido pieza apetecida por otras naciones en un devenir histórico que le ha hecho pasar por manos polacas, austríacas y finalmente soviéticas, mediando un interregno durante la Segunda Guerra Mundial en la que fue invadida por los alemanes, necesitados de apropiarse de sus inmensos recursos naturales. A su nuevo presidente le corresponde hoy enderezar la historia, y para ello lo primero que tendrá que hacer es plantar cara a una oligarquía pro rusa presente en el Parlamento, que ve con malos ojos el proyecto de reestructuración de las industrias del carbón, energética y de telecomunicaciones. Yúschenko sueña con una Ucrania moderna, próxima a Europa, lo que exige una reforma general de grandes proporciones en un país integrado durante demasiado tiempo en la órbita de Moscú. Cuenta para lograr sus aspiraciones con su experiencia como presidente del Banco Nacional y sus años como primer ministro, en los que aplicando recetas liberales consiguió reactivar la economía. Y tiene en su contra la oposición frontal de unos adversarios que no vacilarán en echar mano de cualquier recurso -recordemos el increíble episodio de ese envenenamiento que ha deformado su rostro- con tal de boicotear su política. De su habilidad a la hora de conciliar a los sectores nacionalistas y pro rusos dependerá todo.