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El próximo 31 de diciembre, el Ajuntament de Palma entregará, un año más, la Medalla d'Or de la ciudad, la máxima distinción que otorga el Consistorio palmesano.

Los galardonados de este año son el político socialista Gabriel Juan, la Societat Arqueològica Lul.liana, el tenista Carlos Moyà y -a título póstumo- el alcalde de Palma entre 1976 y 1979, Paulí Buchens. El pasado año, Cort había reconocido ya la labor de los dos últimos alcaldes de Palma, ya en la etapa democrática, el socialista Ramón Aguiló (1979-1991) y el popular Joan Fageda (1991-2003).

Paulí Buchens, que había sido primer teniente de alcalde bajo el mandato de Rafael de la Rosa, fue, por tanto, el alcalde de la Transición. Nacido en Palma en 1944 y economista de profesión, fue nombrado alcalde de Ciutat en el mes de enero de 1976, por elección del Consistorio, con apenas 31 años, por lo que en aquellos momentos se convirtió en el alcalde más joven de España en capitales de provincia.

Bajo su mandato, se diseñó el primer plan de acción en las barriadas, que inició la descentralización administrativa de la ciudad, y se puso en marcha una política urbanística restrictiva. Asimismo, se rescató la concesión del Parc de la Mar, se inauguró el polideportivo municipal -hoy denominado de Son Moix- y se acabó la construcción del vertedero y del horno incinerador de residuos de las instalaciones de Son Reus.

Otras actuaciones destacadas durante su mandato fueron la aprobación de los estatutos de la Fundació Pilar i Joan Miró, la recuperación de diversas fiestas populares, como por ejemplo la Revetla de las Festes de Sant Sebastià en 1977, o la adquisición del Palacio de Can Morell -hoy Palau Solleric-.

Buchens vivió como alcalde la histórica manifestación del 29 de octubre de 1977 en Palma, en la que, bajo el lema «Volem l'Estatut!», unas 20.000 personas, incluido el propio Buchens, se manifestaron en favor del inicio del proceso autonómico en Balears. Aquellos tiempos de la Transición fueron años de reivindicaciones y de reformas, de protestas y de búsqueda de consensos, de homenajes a las figuras más destacadas de la II República y del nacimiento de diversas asociaciones y entidades de carácter cívico, y Palma fue, en cierto modo, el punto neurálgico en donde tuvieron lugar algunos de los momentos más importantes de nuestra historia reciente.