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El Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Consorcio para la Recuperación de Fauna de las Illes Balears, integrado por el Govern balear y la Fundación Natura Parc, ha atendido desde su constitución en el año 2001 cerca de 5.000 animales, de los cuales unos 3.700 eran sivestres propios de la Isla, según anunció ayer el director gerente, Luis Parpal, durante una jornada de puertas abiertas a la que asistieron unos 150 ciudadanos que durante este tiempo han ido llevando animales heridos o enfermos al centro. Los animales más frecuentemente atendidos han sido reptiles, lo cual supone una peculiaridad respecto de otros centros españoles de similares características, como consecuencia de la elevada entrega por parte de particulares de tortugas de tierra para su reintroducción en el campo y en las «garrigues» de Mallorca, que son su hábitat natural. A continuación se sitúan las aves, sobre todo las de rapiña, entre las que destacan el «xoriguer», muy abundante en el archipiélago y que suele sufrir electrocuciones en los cables eléctricos, la «òliba» o lechuza, que en familia puede llegar a comer 6.000 ratones al año, o el «mussol» o búho, que se alimenta de insectos y que suele llegar al centro tras ser atropellado en las carreteras, un problema que también sufren muchos mamíferos, casó por ejemplo de los erizos.

Cabe destacar también el alto porcentaje de pollos o crías que en primavera llegan al centro tras haber saltado de sus nidos antes de hora o bien porque éstos han sido destruidos. Parpal destacó en este sentido que la gran mayoría de problemas que afectan a los animales se debe en mayor o menor medida a la presencia humana y citó el caso de las «milanas», cuya población se ha reducido en los últimos años en Mallorca y en Menorca hasta situarse cerca de la extinción, como consecuencia de los venenos, una práctica prohibida por matar de forma indiscriminada. Entre las especies exóticas que llegan a este centro, destacan las tortugas de Florida (44 por ciento de entradas), iguanas, así como conejos y loros de diferente tipo, animales que a juicio del director del centro no son en general adecuados para mantener en cautividad y que, a menudo, son abandonados por sus dueños «por cansancio».

El director del centro de recuperación explicó a los asistentes el caso de una mujer que llevó una serpiente pitón de cuatro metros al centro porque temía que se escapara del terrario y se comiera a su bebé recien nacido, una posibilidad que Parpal consideró verosímil. También puso el ejemplo de propietarios de iguanas que no se atrevían a mantenerlas tras haber crecido y presentar un considerable tamaño. Ante esta situación, el director del centro de recuperación solicitó a los ciudadanos que piensen seriamente, antes de adquirir un animal exótico, si van a poder mantenerlo durante toda su vida en las condiciones que éste merece y necesita. El veterinario destacó además que muchas de estas especies exóticas son soltadas en el medio natural de las Islas provocando alteraciones y desequilibrios ecológicos que afectan de forma negativa a las especies propias del archipiélago.