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Ayer se celebró la clausura del I Congreso Nacional de Dislexia, organizado por Disfam con la colaboración y el patrocinio de varias entidades privadas y públicas. Con el objetivo de «transformar las dificultades en posibilidades» muchos afectados han solicitado que se contemplen legalmente las necesidades educativas especiales del colectivo.

La clausura contó con el relato de varios disléxicos. Martina Foz de 14 años, Marta Valdivia de 15, Miquel Vicens de 12, Joan Lluís Vives de 11 y Samuel Muñoz de 12, que junto a la psicóloga Helena Alvarado, contaron las dificultades que se han encontrado en el colegio: problemas para recordar las tablas de multiplicar, incluso la fecha de nacimiento, ver las letras borrosas y confundir palabras, vergüenza delante de sus compañeros a la hora de hacer el dictado en la pizarra, sentir que se les educa como si se les hiciera un favor, incluso la envidia de sus compañeros: «Creen que trabajamos menos y por eso algunos dicen que también quieren ser disléxicos», apuntó Samuel.

Sin embargo, no todo fueron problemas; también contaron aquellas habilidades en la que destacan. Así, Samuel se refirió a su destreza con el ordenador; Joan LLuís jugando al fútbol de portero, Miquel inventando máquinas y jugando al ajedrez, Marta construyendo casas y muebles de madera y Martina como conferenciante. Todos ellos pidieron respeto y comprensión para su «inhabilidad» como dijo una madre de la asociación catalana.