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Me encuentro en el puerto de la ciudad del fin del mundo, Ushuaia, a punto de embarcar para viajar hasta la Antártida, y espero que no sea, como le ocurrió a Robert Scott durante su carrera contra Amundsen por llegar al Polo Sur, el peor viaje del mundo, sino todo lo contrario, el viaje soñado que llevo preparando desde hace un año. Aunque la chica que me alquiló parte de la ropa antártica me ha avisado que Drake suele cobrar el peaje por su paso sin piedad ni miramientos en forma de tempestades y altas olas. «Con un poco de suerte, esa complicada travesía la recorrerán de noche, sobre las dos. Pero lo notarán, ya que hay momentos en que el barco se mueve bastante. Nada que ver con el paso por el Cabo de Hornos. Cenen liviano, es mejor para ese trozo de la travesía».

Llegué a Ushuaia anteayer, a media tarde. Como en la vez anterior que estuve por estos lares, me acompaña Manolo Hernández, de Can Fumat. En realidad ideamos esta aventura el pasado febrero, a poco de despedir en el muelle a Cinto Bestard, que con su gente, a bordo deSnooty Fox, se disponía a regresar a Mallorca por el estrecho de Magallanes tras haber culminado con éxito el viaje a la Antártida. Ushuaia nos ha recibido con 9 grados de temperatura, el cielo, en parte, encapotado, con algo de más de nieve en sus montañas que hace unos meses, y con un Canal de Beagle ofreciendo una imagen de calma chicha, aunque eso, en el «fin del mundo», nada quiere decir, pues en un par de minutos te cambia el panorama meteorológico como si nada.

Según los expertos, no es conveniente hacer muchos planes sobre dónde pretendes llegar, qué islas vas a visitar o en qué parte del continente vas a recalar. Pero hay que salir con la idea de lo que tienes previsto recorrer, y en el caso de que un cambio de clima mande al traste tus planes, pues no pasa nada. Siempre habrá un plan B al que recurrir. Si los elementos no trastocan nuestra ruta, el miércoles estaremos navegando entre glaciares, icebergs, petreles y ballenas, observados por pingüinos, focas o lobos de mar, para el viernes llegar a tierra firme tras haber pasado por uno de los lugares más espectaculares del recorrido, la Isla de la Decepción, donde España posee la base Gabriel de Castilla, no muy lejos de una impresionante colonia de pingüinos berbijos.

Pedro Prieto (Antártida)