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«Nuestro objetivo en Irak no era quedarnos durante la guerra, sino que lo que pretendíamos era detenerla». Bernat Carreras fue el más joven de los españoles que viajó el pasado año a Irak para convertirse en un escudo humano e intentar evitar que se iniciara este conflicto armado. El joven catalán, de 21 años, estudiante de Psicología, pronunció ayer una conferencia en la UIB invitado por la Asociación Universitària Educació i Solidaritat, la asociación Oikos, y el departamento de Filosofía y Trabajo social. Durante la conferencia explicó la experiencia que vivió en Irak y su participación en el movimiento pacifista que se creó, con la participación de personas de todo el mundo, para evitar la invasión de este país de Oriente Medio. «Los escudos humanos lo formábamos personas de diferentes religiones, que lo único que nos unía era la defensa de la población civil iraquí».

Bernat Carreras explicó que a su llegada a Irak, junto al resto del grupo de pacifistas, recibió el apoyo del gobierno iraquí. Sin embargo, cuando los gobernantes se enteraron de que la mayoría del grupo se posicionaba en contra del régimen de Sadam, «nos pidieron que nos marcháramos». Sin embargo, antes de abandonar el país el joven visitó varias ciudades de Irak y se sintió especialmente preocupado por la situación de los hospitales. Explicó que había visto a muchos niños enfermos, que sufrían malformaciones, leucemia o cáncer, y que estas enfermedades eran consecuencia de las armas de uranio empobrecido que se utilizaron en la guerra de 1991. «Estos enfermos no podían recibir tratamiento porque no había medicinas en los hospitales como consecuencia del embargo tras la guerra del Golfo». El escudo humano español intentaba explicar a los ciudadanos de Irak que la mayoría de españoles se oponía a la guerra. «Los iraquíes no entendían porqué el Gobierno español apoyaba la guerra cuando el 90% de la población se mostraba en contra».