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Rezan estudios clásicos ahora puestos al día que un país puede ser mucho más rico que otro, pero que no resulta conveniente que un país sea mucho más rico que su vecino. Luxemburgo, por ejemplo, es el Estado más rico del mundo con un PIB 420 veces superior al de un país tan pobre como el Congo, del que le separan miles de kilómetros, y no ocurre nada relevante. Pero, nos encontramos con el caso de una España cuyo PIB es, con cifras de 2003, 12,9 veces mayor que el de Marruecos. Y ahí duele. Y también ahí empiezan los problemas. A juicio de los expertos, ese denominado «escalón económico» pone las cosas difíciles. Según datos fiables, la frontera hispanomarroquí es económicamente la más desigual de toda la UE y de la OCDE, si aceptamos la comparación. España es mucho más rica que Marruecos y ello supone curiosamente un riesgo para la economía española que se refleja en un comercio escaso, en unas migraciones masivas y en la posibilidad de que estallen todo tipo de conflictos diplomáticos y políticos. Casi no sería preciso especificar que en los últimos años en nuestro país hemos tenido sobradas pruebas de tales supuestos. Lo peor del asunto es que ese escalón económico parece ir en aumento, lo que quiere decir que si el Gobierno español no pone en práctica unas eficaces estrategias encaminadas a fomentar el crecimiento económico de Marruecos, los riesgos de que se produzcan conflictos están llamados a aumentar. Es evidente que España debe desplegar una política de apoyo económico a Marruecos, incentivando a sus bancos a llevar a cabo préstamos a aquel país, como debe estimular la inversión en sectores como el inmobiliario y el turístico, y a la vez favorecer el intercambio comercial entre ambos países. De lo contrario, el crecimiento progresivo de un déficit que ahora nos es favorable, acabará por convertirse en un enorme obstáculo.