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A los ciudadanos de Balears nos ha tocado una y otra vez la mala fortuna de que mientras en Madrid ha gobernado un partido, en las Islas lo ha hecho el rival, de forma que nunca hemos conseguido formar una pinza que realmente favoreciera nuestros intereses. Ahora ha vuelto a ocurrir. Escandalizados por las constantes subidas del precio de los billetes aéreos, los ciudadanos del Archipiélago nos vemos obligados a hacer cada día mayores sacrificios para poder salir de las Islas -no olvidemos que a veces es por placer, pero muchas también lo es por necesidad-, forzados como estamos a utilizar el avión o el barco, a falta de servicios ferroviarios, autobuses o carreteras, que es la forma más usual de moverse para el resto de los españoles.

Los residentes gozamos de un descuento del 33 por ciento en las tarifas, pero si tenemos en cuenta que la subida en los últimos años ha sido mucho mayor, veremos que la rebaja no es tan ventajosa. Nuestros políticos están de acuerdo en conseguir un 50%, pero una vez más lo que se proclama a voz en grito en Balears, se dice con la boca pequeña en Madrid. Les ha ocurrido a los socialistas, hoy oposición en las Islas y gobernantes en la nación. Los populares, al contrario, han exigido alto y claro ese aumento del descuento, a sabiendas de que no se juegan nada en el Congreso de los Diputados.

Así las cosas, empezamos a cansarnos. Todo son promesas y todo son rencillas políticas y zancadillas de unos a otros. Los perjudicados, como siempre, nosotros, los ciudadanos, que vemos que ni siquiera la declaración de servicio público para los vuelos entre las Islas -que quizá debería ampliarse a los enlaces con la Península- sirven para garantizar ni precios ni frecuencias. Los socialistas hablan de lograrlo en 2007. Y nosotros, a esperar.