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Es la madre de uno de los deportistas más laureados del momento. La ternura que emanan sus ojos, su sencillez y una pizca de timidez la convierten en una auténtica 'madraza' al hablar de su hijo, el piloto de motociclismo Jorge Lorenzo. María Guerrero Donado también está muy unida al mundo de las motos, además de por su hijo, porque ella se dedica a la mensajería a lomos de su motocicleta. Su hijo la ha llenado de orgullo, aunque asegura que la profesión que éste ha elegido también le da dolores de cabeza.

-¿Cómo se siente al ver a su hijo subido al pódium?
-Siento mucha alegría y también muchos nervios porque no es lo mismo estar con él que verlo por la televisión. Es un estrés y hasta que no acaba la carrera tengo la mente más allí que aquí.

-En su calidad de madre y seguidora de su hijo, ¿qué expectativas tiene para las próximas competiciones?
-Él está muy entusiasmado; además, siempre ha dicho que quiere ser campeón del mundo y ganar tantos títulos como Agostini. Para el año que viene, si sigue como hasta ahora, puede cambiar a 250 cc con Honda.

-¿Sufre al ver las carreras de su hijo?
-Es como ser la madre de un torero, más o menos. Las seis últimas vueltas de la última competición no las pude ver. Yo no tendría que ver ninguna carrera porque me pongo mala. Él prefiere caerse que conformarse con un puesto bajo.

-¿Hace algún rito antes de las carreras?
-Pongo velas al Crist de la Sang.

-¿Qué relación lleva ahora mismo con su hijo?
-Es una relación a distancia, sólo lo veo cuando puedo ir a las carreras o cuando él tiene libre y viene unos días aquí. Él vive en Barcelona con su padre desde hace tres años. Por teléfono tenemos contacto unos cuatro días a la semana.

-¿Cuándo se despertó en Jorge la vocación por las motos?
-Desde los tres años, cuando su padre le hizo una moto a su medida. Poco a poco fue participando en circuitos y a los 9 años empezó a competir fuera.

-¿Fue duro cuando le dijo que quería dedicarse a este mundo?
-A mi marido siempre le han gustado mucho las motos y él se lo inculcó, mientras que yo le decía que todavía era muy pequeño. Yo siempre le he parado un poco los pies. Mi marido siempre me decía: «No le digas que no corra». Mi consejo era que si no puedes ganar es igual, lo importante es participar y no caerte.

-¿Qué consejos le da ahora?
-Le digo que lo importante no es sólo ser famoso, sino también crearse como persona.

-¿Cómo era de pequeño?
-¡Era un demonio! -dice entre risas-, pero muy tranquilito y un poco tímido.

-¿Y cómo es ahora?
-Tiene un carácter muy fuerte, pero no es rencoroso ni vengativo. Es muy noble.

-¿Ha notado algún cambio en su hijo desde que ha adquirido cierta fama?
-No ha cambiado mucho en este tiempo.

Samantha Coquillat