El numeroso grupo de mallorquines que visitó la región posó junto al monolito en medio de los viñedos.

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El nombre de Mallorca ha quedado para siempre grabado en el corazón de la comarca vinícola del Penedès catalán, con la que comparte lazos culturales ahora sellados con el aroma de la uva y el sabor del vino. El pasado fin de semana, una delegación mallorquina actuó como invitada de honor en la 43 edición de la Festa de la Verema, con un programa de actos que hermanó dos tierras con similitudes, como la larga tradición vinícola y el turismo, que se cuentan entre los motores de la economía en ambas regiones. Las afamadas bodegas Torres, patrocinadoras de esta fiesta popular que organizan el Ayuntamiento y Fomento del Turismo de Sitges, han dedicado una extensión de viñedos de la variedad parellada a Mallorca, y de sus uvas emanará parte del mosto que da lugar a su producción anual, de 32 millones de botellas de vino, además de brandys y destilados. Al son de «La Balanguera» y en el pago de Santa Margarida d'Agulladolç, Miguel Torres, presidente de la firma, descubrió el monolito con el que, a partir de ahora, «L'illa de Mallorca» apadrina esta viña, parte de sus más de 1.700 hectáreas de viñedos.

La visita de la delegación mallorquina a Sitges y Vilafranca del Penedès comenzó el viernes, con la presencia de la vicepresidenta del Consell de Mallorca, Dolça Mulet, y la secretaria técnica de Cultura de la institución insular, Magdalena Estrany, que fueron recibidas en el Ayuntamiento por el alcalde de Sitges, Jordi Baijet, las autoridades anfitrionas y la familia Torres, e intercambiaron obsequios, en especial libros sobre el patrimonio cultural de sus respectivos territorios. El escritor Jordi Llavina fue el encargado de leer el pregón inaugural de las fiestas, un discurso sentido en el que el autor exhaltó la constante presencia del vino a lo largo de la historia en instantes placenteros de la vida cotidiana y en destacados textos literarios, entre ellos los versos de Valentí Puig y de Costa i Llobera. Destacaron del pregón ingeniosas pinceladas sobre la Isla, aquellas que evocan dulces recuerdos del autor, como los cremadillos del Forn de sa Pelleteria.

Los invitados mallorquines asistieron también a la elección de la «pubilla» del año, una arraigada tradición en Sitges en la que todas las peñas y sociedades recreativas de la localidad costera ponen toda su ilusión y que, en esta ocasión, recayó en la joven Adriana Matas, la candidata del Casino El Prado, sociedad anfitriona del certamen. Entre la agenda festiva, los mallorquines disfrutaron también de una visita a las extensas instalaciones de viñedos y bodegas Torres, degustando sus excelentes vinos y comprobando el paciente proceso de elaboración y crianza de sus caldos. Uno de los episodios más divertidos fue el capítulo de la Cofradía de Sant Miquel de les Vinyes, en el «mas» Rabell de Fontenac, en el transcurso del cual tres representantes de Mallorca tuvieron que demostrar sus dotes con el vino para ser merecedores de su ingreso en esta cofradía báquica de origen medieval. En definitiva, a lo largo de tres días y tres noches, restauradores, hoteleros y empresarios de la Isla pudieron estrechar nuevos lazos de amistad, sellados, como ha sido desde tiempos pretéritos, compartiendo el pan y el vino.

Lola Olmo