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Lo consiguieron y ya están en Mallorca para celebrarlo. Los 15 espeleólogos mallorquines de la Agrupación Esportiva Voltors que consiguieron bajar los más de mil metros de profundidad de la cueva francesa Berger llegaron ayer noche al Port de Palma. En sus caras todavía se notaba el cansancio de bajar y subir los 1.122 metros de esta cavidad legendaria. Según el director de la expedición Toni Croix «allí abajo uno se siente espectador de la fuerza de la naturaleza, de cómo el agua agujerea la tierra».

En el momento de tocar suelo «te da la alegría del momento, luego miras arriba y ves todo lo que hay que subir. Te das cuenta de que el sufrimiento acaba de empezar». Los 15 espeleólogos mallorquines acompañados por dos andaluces y un aragonés consiguieron descender la cueva en pequeños grupos de cinco personas. Son incursiones de entre 30 y 48 horas, en las que los expedicionarios cargan con equipaje, alimentos y luchan contra la gravedad en la tripas de los alpes franceses. Su vínculo con el mundo exterior era una cuerda kilométrica y cientos de mosquetones con los que permanecen suspendidos sobre la grieta. «La familia, el sol, el olor de la tierra mojada es lo que más se echa en falta cuando estás ahí adentro», comenta Toni.

«Al regresar arriba la sensación es de cansancio, de no querer saber nada más de espeleología, pero poco después ya estás preparando el próximo destino». Según comentan «la vuelta en barco fue triste porque marca el final de la aventura pero tienes muchas ganas de volver a casa». Casi tantas como las que tenían los familiares y amigos de los espeléologos de que éstos llegaran. Hubo besos, abrazos y cava para celebrar el retorno de los primeros expedicionarios mallorquines que han conseguido bajar por debajo de los mil metros de profundidad.

Tolo Llabrés