En pleno corazón de la Serra de Tramuntana, el Port de Sóller
extiende su magnífica concha de arena frente a un paseo marítimo,
es Través, donde se alinean hoteles, restaurantes con terrazas y
comercios turísticos, algunos con un peculiar encanto «retro», cada
vez más desvanecido. La apertura del túnel ha mejorado las
comunicaciones pero incentivado una congestión que se suma a la
afluencia masiva de turistas con destino a las excursiones
marítimas a la Calobra.
Por fortuna, algunos elementos peculiares de esta zona turística
desarrollada a partir de su antiguo puerto, del que resta el núcleo
histórico de Santa Catalina, conservan un carácter antiguo muy poco
apreciado en otros lugares de Mallorca. Aqui todavía es posible
tomar un refresco en la terraza Belle Époque del restaurante Mar y
Sol viendo pasar un tranvía de entonces, que cubre el servicio
regular con Sóller desde hace noventa años. O alojarse en un
genuino hotel años 50 como el Espléndido, todo un clásico fuera del
tiempo. También se pueden admirar dos antiguos varaderos donde se
calafatean los últimos llaüts de madera. En la playa todavía
permanecen las sombrillas de telas a rayas y algunas casetas de
baño, elemento entrañable desaparecido ya de toda Mallorca, en
contraste con el cuidado que merecen en otros países europeos.
Objetos nostálgicos apreciados por un turismo tradicional que
deberían preservarse en futuros proyectos modernizadores.
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