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A lo largo del día de ayer, el Centre Universitari Alberta Giménez se convirtió en ciudad medieval. En realidad, lo que se pretendía era retroceder en el tiempo y llegar a ver cómo fue la Ciutat de Mallorca en el medievo, a través de la construcción de uno de sus monumentos más emblemáticos: la Seu, cosa que se consiguió gracias al trabajo y la imaginación de profesores y alumnos. Y como se pretendía, además, que todo eso trascendiera, se organizó el día como una jornada de puertas abiertas, gracias a lo cual, algunos colegios de la zona pudieron asistir.

En el patio interior del centro debidamente engalanado con banderas que pendían de la galería superior, de izquierda a derecha se alinearon todos aquellos que contribuyeron en la construcción y decoración del primer templo de la Isla: la iglesia, representada por un obispo, el rey Jaume II y su esposa, los maestros de obra, escultores, pintores, los que hicieron los vitrales, los nobles, los payeses, etc., todos ataviados de época con prendas confeccionadas por los profesores y alumnos. Y durante la representación, no faltaron los juegos, las danzas, los bailes de cintas, la música y los músicos de la época, así como els cavallets y els caparrots, que danzaron, pasearon, incluso cantaron, entre otras, la Sibil·la, muy bien por cierto. Gracias a todo este tinglado, creado, montado y dirigido por los responsables de cada uno de los colectivos musicales, artísticos, rítmicos, etc., del centro, los alumnos que habían llegado de colegios tales como Son Serra, La Purísima, Madre Alberta y Sagrat Cor pudieron hacerse un poco más a la idea de cómo era aquella Mallorca, a la que también pudieron aproximarse participando en diversos talleres y en algunos juegos de mesa propios de aquel periodo.

Pedro Prieto