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«Ruanda sólo tiene dos caminos: la paz y la libertad, o la desaparición colectiva». Con esta rotunda frase comparecieron ayer ante los medios de comunicación Juan Carrero, de la Fundació s'Olivar; Bernat Vicens, de Drets Humans de Mallorca; Catalina Socies, del Fons Mallorquí de Solidaritat i Cooperació; Elysée Ndayisaba, de la Asistencia a las Víctimas de los Conflictos de Africa Central; e Isidore Munyakazi, quien trabaja en Naciones Unidas y fue miembro del Gobierno del Frente Patriótico Ruandés (FPR), ahora en el poder. Ndayisaba y Munyakazi son hutu y tutsi, respectivamente, pero ambos sufren el exilio. Munyakazi abandonó el FPR.

Los mencionados integran el grupo de dieciséis personas, europeas y africanas, que estos días se reúnen en la Fundació s'Olivar, en Estellencs, en el llamado Diálogo Inter-Ruandés para la Paz y la Reconciliación, que pretende consensuar, redactar y presentar al mundo un documento de propuestas para conseguir la paz no sólo en Ruanda, sino en toda la región de los Grandes Lagos. Todos ellos se proponen mostrar la verdad de lo ocurrido en esa zona de Africa desde 1994, cuando se iniciaron los genocidios tanto de tutsis como de hutus, con el resultado de millones de víctimas (algunos hablan de siete millones) en países que ya anteriormente sufrían extremas condiciones de precariedad en su vida cotidiana. Esa verdad, apuntaron, «es la única fuerza moral con la que podemos logrr una paz estable».

Ndayisaba y Munyakazi atribuyen a los intereses económicos de las multinacionales la tragedia que ha sacudido al Africa Central durante la última década. Son países que albergan extraordinarias riquezas naturales, pero siguen siendo pobres: «Estas multinacionales prefieren el caos para la explotación. Así no pagan impuestos, no piden permisos, no se someten a controles, crean mafias locales y manipulan a la población, unos contra otros. Por ejemplo, Ruanda es un país muy pobre, incapaz por sí mismo de financiar una guerra como la que ha sufrido. Sin tener diamantes, aparece como el mayor exportador del mundo porque el país es utilizado como plataforma de tráfico desde otros estados. Las multinacionales y las mafias de los 'señores de la guerra' pusieron en marcha el conflicto ante la pasividad de las grandes potencias».