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El nuevo Gobierno, compuesto por ocho hombres y ocho mujeres, tomó ayer posesión de sus cargos en presencia de los Reyes y de su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero. De esta forma se han completado todos los pasos precisos para la renovación del Ejecutivo.

Los nuevos ministros ya pueden y deben iniciar el trabajo para que, desde la normalidad, se vayan cumpliendo las promesas programáticas de una campaña electoral que ya queda atrás.

Zapatero ha empezado su mandato con fuerza y sin titubeos. En una declaración institucional, en la que estuvo acompañado por el ministro de Defensa, José Bono, y por el jefe del Estado Mayor de la Defensa -una presencia cargada de simbolismo-, anunció el regreso de las tropas españolas destacadas en Irak lo más pronto posible y con las mayores condiciones de seguridad, cumpliendo de este modo con una de sus promesas. En esa misma línea, Rodríguez Zapatero ha anunciado que España continuará cumpliendo con sus otros compromisos con sus aliados, aunque desde la legalidad internacional.

Aunque era conocida la postura del nuevo presidente, el hecho de adelantar la vuelta de las tropas ha sorprendido a la opinión pública y ha provocado la enérgica condena del PP. Se ignora cuál es la opinión de los altos mandos militares, pero dentro de la más absoluta normalidad democrática no cabe dudar de que no sólo acatarán las ordenes del nuevo Gobierno, que difieren por completo de las del Ejecutivo de Aznar, sino que ni siquiera las discutirán. Con la misma disciplina con que fueron a Irak volverán a España. Quizá no sea fácil para algunos abandonar a sus compañeros de armas de EE UU y otros países, pero saben perfectamente que quien marca la política militar es el Gobierno. Y que una inmensa mayoría de los ciudadanos españoles estaba en contra de esa guerra y no entendía la presencia de la Brigada Plus Ultra en Irak. Parece claro, por tanto, que el cambio anunciado por los socialistas ha comenzado. Habrá que ver hasta dónde nos conduce.