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A toda pastilla, sin motor y con mucho arte. Así fue el descenso a los «infiernos» en Manacor. La ermita de Santa Lucía era el escenario perfecto. Mucha pendiente y muchas curvas invitaban a un recorrido «infernal» que cumplió con todas la expectativas y que despertó la curiosidad de muchos que subieron a la ermita y buscaron un sitio en primera fila desde donde se pudiera presenciar la bajada. Un total de 10 carretons participaron en la carrera insular «Davallada als inferns», en la que toman parte 21 municipios de las Islas y que ayer llegaba a Manacor. Una carrera que se disputa durante el mes de abril y la primera semana de mayo y que cuenta con gran animación.

Para participar se requiere el cumplimiento de una serie de requisitos. Ecarretó debe ser de elaboración propia, debe tener direccion y un mínimo de tres ruedas. La imaginación es la principal arma. Ayer se pudieron ver de todas clases, tamaños y colores, elaborados algunos con objetos muy sencillos. A primera vista daba la impresión de que algunos no resistirían la endiablada bajada por su sencillez o por las curvas, que se protegieron con balas de paja. Pero fue un éxito y todos salieron contentos de la carrera. «Bolla de foc», «Llamp i Tro», «Turbito» o «De compres» son algunos de los nombres de los vehículos que participaron en la carrera.

La bajada se hacía en poco más de un minuto y la velocidad alcanzada era tal que algunos incluso llegaron a los 70 km/h. El acto estuvo organizado por el Consell, el Ajuntament de Manacor y un grupo de jóvenes que controlaron las salidas y llegadas. Ayer se tuvieron en cuenta tres modalidades: el más rápido, el más original y el más ruidoso. Este año, las mujeres también tomaron los mandos y se subieron a los carretons. Se contó con el servicio de la Cruz Roja, así como de ambulancias y el de la Policía Local, que controlaron en todo momento la carrera.

Assumpta Bassa