Riudavets, en una imagen de archivo conversando con los periodistas, murió ayer en es Migjorn.

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A.M./J.F.
Era el hombre más viejo del mundo y ayer dejó de respirar. Tras entrar la víspera en coma, Joan Riudavets, el menorquín que se alzó con el título simbólico de «abuelo del mundo» al cumplir el pasado 15 de diciembre la increíble edad de 114 años, falleció ayer con tranquilidad, sereno, según manifestaron sus familiares. Su existencia fue un rosario de vivencias, recuerdos y sabiduría, pues sin duda son pocas las personas que pueden presumir de haber atravesado tres siglos distintos en una sola vida.

Durante su larga vida laboral, Riudavets se dedicó a la fabricación de calzado. Fue siempre una persona tranquila y sencilla, que mostró su agradecimiento a todos los que le visitaron, hace apenas tres meses, con motivo de su cumpleaños, en su domicilio de Es Migjorn Gran, la localidad donde nació en 1889, donde vivía y donde ha muerto.

Al homenaje por su cumpleaños asistieron la vicepresidenta del Govern balear, Rosa Estaràs; la presidenta del Consell de Menorca, Joana Barceló; y los ocho alcaldes de Menorca.

Su caso era único en el mundo, pero en su familia la longevidad es una constante. Sus hermanos Pere y Josep cuentan nada menos que con 103 y 97 años respectivamente.

Cuando se le preguntó aquel día por el secreto de tan extraordinaria longevidad, Joan Riudavets dijo que la clave ha sido «no fatigar la memoria, vivir tranquilo y hacer felices a los demás».

Riudavets añadió que a su edad seguía sin conocer lo que es un dolor de cabeza y lo cierto es que la muerte prácticamente le ha sorprendido sin más. De hecho, a los 112 años todavía montaba en bicicleta.

Entre quienes alguna vez le visitaron y departieron con él -le encantaba charlar y su memoria era prodigiosa-, se encuentran los Reyes, el presidente del Gobierno, José María Aznar, y el presidente del Grup Serra, Pere A. Serra, que le entregó en 2002 el Siurell de Plata de Ultima Hora. Riudavets fue reconocido el pasado 1 de octubre como el varón más viejo del mundo por el Libro Guinness de los Récords, tras el fallecimiento del japonés Yukichi Juganchi, a los 114 años de edad.